Álvaro Riva Rey*
02/03/2016 - Enero, Movida Tropical. Febrero, carnaval.
Marzo, inicio de cursos. Este mes el Departamento de Cultura inició
inscripciones en varias áreas.
El CAEF para sus escuelas de danza, artesanías y
manualidades, el Museo de Artes Visuales para plástica, cerámica, fotografía y
dibujo, el Espacio de Inclusión Digital para alfabetización digital, la
Biblioteca Municipal para su taller literario, el sistema sinfónico para sus
orquestas y ensambles de sus núcleos de Florida y Sarandí Grande, las escuelas
deportivas en sus diferentes ramas y disciplinas…
Es tiempo de iniciar las clases y la labor de las escuelas,
que ofrecen oportunidades de formación extracurricular, se activan para
albergar a bailarines, artesanos, músicos, lectores y escritores y una amplia
gama de actividades que dan oportunidad a la gente que desea formarse en
disciplina manual a artística.
UNA AMPLIA BASE
De la educación formal se han eliminado las disciplinas
dirigidas a la formación del espíritu. La necesidad de resultados inmediatos,
en disciplinas prácticas, ha ido dejando de lado aquello que antes era parte
fundamental de la formación enciclopedista.
Entender la música o alguna de las formas del arte,
aproximarse a esas formas de expresión creativa era una parte más de la
formación, por lo que aprender a cantar en un coro, apreciar una exposición
artística o las formas de la expresión musical eran parte de la formación
universal.
Las escuelas del Departamento de Cultura buscan, en su
mayoría, acercarnos a esos lugares que antes se daban en las escuelas pública
de Primaria.
DONDE ES DIFÍCIL
LLEGAR
El desafío es cómo llegar a dónde es difícil llegar. Existen
comunidades que buscan alternativas, que apelan a la intendencia y al Departamento
de Cultura para armar un taller de teatro, de percusión para el candombe, de
crochet o macramé, de plástica o de canto…
Quienes creen que las comunidades están muertas o que
languidecen se equivocan. Hay allí gente inquieta que busca formas de mejorar,
de crecer, de desarrollarse más allá de los límites de la educación formal.
¿Cómo llegar entonces? El Departamento de Cultura ha
previsto que parte de su presupuesto se destine a “horas docentes”, es decir,
que se transforme en remuneraciones a docentes.
Este es un cambio: en lugar de dinero para programas, para
remuneraciones. Esto es, parte del presupuesto de cultura se incluye en el
“rubro cero”.
EN EL RUBRO CERO
Esta novedad nos permitirá contratar, en la medida de las
posibilidades, para un sistema educativo que esperamos sea diferente al que
existía antes en la Escuela Municipal de Artes y Artesanías.
Antes los docentes eran contratados a perpetuidad, ahora lo
serán en régimen de talleres y por año; si sus cursos funcionan, si están en
consonancia con lo que la comunidad espera, entonces seguirán.
Cambia en el sentido que no habrá un curso para siempre,
siempre formando a la gente en la misma disciplina. Este modelo nos permitirá
ajustarnos a las demandas, que hoy son más rápidas y cambiantes.
Lo que es difícil es encontrar en la comunidad el docente
para la actividad que la comunidad pide o necesita.
UN PASO MÁS ALLÁ
Hoy estamos en esa tarea. Procurando acercarnos a la
comunidad, intentando dar aquello que la comunidad solicita o ha gestionado.
¿Qué sentido tiene que llevemos un taller literario allí
donde la gente espera danza clásica? ¿Cómo podemos instalar un curso de tejido
de punto donde hay gente esperando un taller de percusión?
Tiene que haber una relación directa entre la comunidad, los
docentes y los recursos materiales que destinaremos a tales fines.
El cambio se dará con el nuevo presupuesto. Mientras tanto
nosotros seguiremos hilando en la búsqueda de ese encuentro entre las partes.
*Periodista, director
de Cultura.
No hay comentarios:
Publicar un comentario