El carnaval no es una promesa



Álvaro Riva Rey*
10/02/2016 - El carnaval cambió en Florida. Apostábamos a eso y eso es lo que ocurrió. Ya no tenemos cientos de niños y niñas apenas vestidos, desfilando en medio de adultos con veleidades de artistas.
Defendemos a los artistas, su calidad, su condición creativa. A los niños también los atendemos, pero en programas de acción social, no en falsas organizaciones carnavaleras que lucran a costa suyo.
Quedó a la vista en el último desfile de la calle Independencia, cuando miles de personas se agolparon en las aceras para disfrutar de un desfile de más de mil artistas, que impactó por su calidad artística, su belleza, su organización y despliegue.
Quedó claro a raíz de un hecho que muchos han destacado como negativo: hubo gente -mucha gente- dispuesta a pagar un dinero por las mesas de bares, confiterías y cantinas. La gente no fue a Independencia a comer pizza, fue a ver Carnaval.

CUESTIÓN DE PRECIO
Nadie se percató, y si lo hizo no lo mencionó, que hubo canales de televisión de la región que vinieron a recoger imágenes para sus programas. Dos canales de fuera de Florida llevaron imágenes de acá para sus respectivos departamentos.
El carnaval cambió. Hay gente que pagó bien por verlo y hubo gente viéndolo fuera del departamento. Porque es más atractivo, porque es vendible, porque está en la agenda de carnavales de la región.
También los canales locales lo transmitieron y lo hicieron con mejor iluminación y, por cierto, mejor imagen.
Si en Montevideo se sienten orgullosos porque la gente paga hasta 55 dólares por una silla en una azotea para ver el desfile de llamadas, ¿por qué habríamos nosotros de sentirnos menos?

LA CUESTIÓN POPULAR
El carnaval es la fiesta popular por excelencia y es verdad, pero su transformación se remonta en el tiempo. Cuando asumimos, en 2010, ya percibíamos el cambio: más gente mirando un espectáculo de calidad, que gente disfrazada o tomando parte.
La gente pasaba de la actuación espontánea a ser espectador de un espectáculo cada vez más visual, sonoro y profesional. Más sofisticado. La gente, y en especial la entendida, aprecia la calidad y ha empezado a exigirla; también en Florida.
La calle deviene en escenario por el cual desfila el diseño de vestuarios, las coreografías muy bien ensayadas, los tamboriles bien armonizados, la belleza estética o la habilidad en el desempeño de un rol.
Es evidente que los concursos han empujado en ese sentido. El carnaval es un arte en desarrollo y su estética crece.

EL CARNAVAL DE LA GENTE
Sin embargo, debe haber un carnaval de la gente. Hay lugares donde este se sigue practicando. Donde los artistas populares tienen su lugar y su público.
Creer que las cosas avanzan por un solo lado es un error. No es sólo para arriba, también se expande.
Defender e invertir en ambos sentidos es una estrategia sobre la cual insistiremos, intentando balancear los derechos, tanto el de los artistas a profesionalizase, como el del público a disfrutar de estas formas del arte, como el de aquellos que desean subir a un escenario a expresarse libremente.
Carnaval es un ámbito de liberad y creatividad, es un crisol donde se cocinan varias tendencias del arte y la cultura popular, su desarrollo y crecimiento nos compete, tanto como nos compete la consolidación de la multiculturalidad y la participación.


*Periodista, director de Cultura.

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