Tan ilustrados como valientes

Álvaro Riva Rey
¿Vale la pena mantener una biblioteca en tiempos en que campea las nuevas tecnologías de la comunicación? Y en tal caso, ¿cuáles deberían ser sus cometidos? ¿Cuáles sus objetivos?
Asumimos convencidos de que la Biblioteca Municipal de Florida, institución centenaria, nacida como popular y creada por el interés cultural de los  vecinos, que sirvió como plataforma para otras actividades culturales, tiene un papel que cumplir.
Por eso insistimos en que la intendencia debía crear el cargo de bibliotecólogo y convocar a un concurso para llenarlo. Lamentablemente fallamos en la Junta Departamental, donde fue rechazado, y volvimos a fallar en la intendencia ahora, cuando insistimos sin éxito para esta última ampliación presupuestal.

PRIMERO UN DIAGNÓSTICO
Teníamos que saber dónde estamos parados, de qué consta la colección que poseemos, qué valor tiene, si hay libros históricos que preservar, si puede haber una sala para la investigación, si hay material de lectura para el entretenimiento de adultos, jóvenes o niños.
No hay inventarios –al menos actualizados-, las últimas compras las hizo Cacho Brescia hace posiblemente 20 años y la biblioteca se parece más a un museo que a lo que debería ser.
Además sufrió la avanzada tecnológica. Encantados con los Centros MEC –falso paradigma de la descentralización cultural-, la administración del Frente Amplio invirtió en pintura, seguridad, luz y aire acondicionado sólo para esto.
Mientras el resto del edificio quedaba vetusto, polvoriento, húmedo e insalubre, el Centro MEC de Florida refulgía.

QUÉ TENEMOS AHORA
Teníamos siete funcionarias. Desde el retiro incentivado quedan tres.
Teníamos, por contrato, la obligación de disponer de funcionarios para atender el Centro MEC. Hoy, con tres, seguimos atendiendo el Centro MEC.
Atendíamos en doble horario. Ahora atendemos en un horario solo.
Sin embargo seguimos empeñados y con el apoyo de Alicia Wallerstein, que se ha puesto la tarea en los hombros, hemos iniciado la reconversión.
Empezamos por la Sala “Héctor René”, un espacio abierto, que ofrecerá diarios, revistas y semanarios para empezar a captar lectores.
Seguimos con un diagnóstico. Una bibliotecóloga del Sistema Nacional de Bibliotecas la ha visitado para un diagnóstico.

QUÉ HAREMOS CON ELLA
No hay cosa más infame que dejar que algo muera por inanición y luego culpar a “la herencia maldita”. Con la Biblioteca debemos hacer algo y ese algo deberá estar en relación con sus cometidos, que tal vez haya que revisar.
Con estos primeros esfuerzos, con la limpieza y el descarte de libros que tendremos que hacer, la confección de un inventario y la compra de libros, habremos de iniciar un proceso de rescate de lectores.
Ese es nuestro próximo objetivo. Hemos recuperado una sala, hemos creado un club de lectores para niños con integrantes de Grupo José Pedro Varela, hemos creado un programa lectores para repartir libros en escuelas rurales, la integraremos a la feria del libro, crearemos un espacio para lectura de diarios y empezaremos una colección de novelas...
Larrañaga en 1816, al pedir espacio para instalar la primera biblioteca, dijo al Cabildo de Montevideo: “¿no sería ésta una de nuestras mayores glorias, el que nos debiésemos nuestra ilustración, sino a nosotros mismos?”.
Pues entonces manos a la obra, por aquellas ideas del iluminismo y por nuestros nietos.


(Publicado en El Heraldo el 07/08/13)

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