Álvaro Riva Rey*
No hay muchos antecedentes
históricos o de investigación histórica en la que se haga énfasis en el estado
de ánimo colectivo de un pueblo o una nación en un momento determinado de su
historia.
Existen trabajos muy serios
que intentan relatar el estado de ánimo respecto de un momento dado, basados
fundamentalmente en escritos y relatos, pero no ha sido este el objeto principal
de los historiadores.
Por lo que no tenemos mucho
para decir respecto de cómo viven hoy los floridenses su realidad, sin son
optimistas y constructivos, si están desconfiados o suspicaces, si son
proclives a creer o desconfiar, si tienen ánimo de construcción o destrucción.
EN FLORIDA NO SE PUEDE
Es frecuente, no obstante,
escuchar la frase “en Florida no se puede” partiendo de la base de que hay más
gente dispuesta a “trancar” o “destruir”, a poner palos en la rueda o
desparramar piedras en el camino.
La idea que “en Florida no
se puede” es la más común y sobre el prejuicio de ese estado de ánimo se
construye un modelo de gestión que, en general, es pesimista.
Los comentarios vienen al
caso en vísperas de Carnaval, un asunto extraordinariamente debatido entre los
carnavaleros y quienes disfrutan del espectáculo.
La pregunta es: ¿puede
Florida tener un carnaval de sesgo propio, con características culturales
propias? Seguramente lo tiene y es seguro que nadie se atreverá a decir “en
Florida no se puede”.
Sin embargo las dudas están
a la vista.
CONSTRUIR PROFESIONALISMO
El carnaval de hoy no es el
de antaño. Aquellos carnavales de generación espontánea, en los que los
mascaritas o los “actores populares” salían de los rincones para dar vidas a
las “variedades de Carnaval” no existen más.
Hoy la gente quiere ver
espectáculos, es espectadora por excelencia, y reclama –como ocurre en todas
partes del mundo- espectáculo “de nivel”.
Al asumir la administración
nos encontramos con un Carnaval sin amateurismo. Si no hay un carnaval de
artistas amateurs, ¿Cómo crear uno de profesionales? No es posible saltar al
profesionalismo sin no hay organización de artistas o grupos sociales
dispuestos.
Ahora que hemos construido
una orquesta sinfónica de niños y jóvenes de la nada hay quienes se preguntan: ¿Y por qué no existe
una escuela de Carnaval? ¿No podría haber 70 u 80 niños y jóvenes dispuestos a
ser artistas carnavaleros?
No creo que alguien esté
dispuesto a contestar “en Florida no se puede”, sin embargo...
PALOS EN LA RUEDA
Es un hecho que el Carnaval
se boicotea a sí mismo en Florida y que existen intereses en “el manejo” de la
cuestión social, que es lo que suele estar detrás del Carnaval.
Al asumir instalamos cursos
para Carnaval que habían sido gestionados por la administración anterior
(arreglos vocales para murgas y tamboriles para comparsas) y ambos fracasaron.
Ocurrió algo peculiar: al arrancar, las comparsas hicieron coincidir sus
ensayos con el día el que venía profesor.
Luego, y pensando en el
Carnaval de Niños, acordamos con el MEC la realización de tres cursos para
vestimenta, maquillaje y construcción de alegorías. También fracasaron y esta
vez el boicot vino del movimiento de vecinos a los que, con poco éxito y mucho
fracaso, les planteamos la idea.
¿Por qué no fomentarla? Por
interés en el manejo del poder en ciertos sectores sociales políticamente
disputados. No porque sí el MIDES financió un año –y luego se ¡sanseacabó!- dos
grupos a los que consideró ONG de niños, a los que le intendencia había
ofrecido apoyar con telas, maquillajes y útiles.
Para ello habíamos sido
aconsejados por los organizadores del Carnaval de las Promesas de Montevideo,
que más que saben que cuando se reparte dinero se lo quedan los adultos y jamás
va a parar al fin que se persigue.
EL ESTADO DE ÁNIMO
¿Qué podemos construir y qué
no? Está a la vista que podemos construir de todo, que tenemos ánimo para ello
y que es falso que “en Florida no se puede”.
Lo prueba el museo, la
sinfónica, las mejoras en el teatro, la remodelación de la biblioteca, la
creación de un museo de artes plásticas, la creación de un espacio para las
artes escénicas, las publicaciones de reconocidos floridenses, el festival de
la cumbia, los talleres de plástica y fotografía, la creación de un marco
jurídico para la protección del patrimonio, los ciudadanos ilustres...
Si todo esto ha ocurrido, no
hay por qué pensar que el Carnaval de Florida no podría tener personalidad
cultural propia, con artistas, coreógrafos, maquilladores, vestuaristas,
vedettes y todo lo que haga falta.
El estado de ánimo es
constructivo. Pero constructivo para qué. ¿Para hacer un carnaval o para no
hacer un carnaval?
Es evidente que hay fuerzas
que bregan activamente para frenarlo, para evitarlo, y que hacen de esto un
logro, una meta. Es decir: pueden.
En Florida se puede, el
dilema es decidir para qué lado va la fuerza.
Porque Florida triunfa si
triunfan sus artistas, como ya ocurre en otras áreas. Y como para muestra
alcanza con un botón, fíjense en los floridenses que vuelven con trofeos del
festival de folclore de Durazno.
(Publicado en El Heraldo del 22/01/14)
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