20/07/2016- José
Cúneo Perinetti nació en Montevideo el 11 de setiembre de 1887. En 2017 se
cumplirán 130 años.
Murió en Bonn,
Alemania, a los 90 años, el 19 de julio de 1977. En 2017 se cumplirán
exactamente 40 años.
En 2017 se
producirá una doble coincidencia. Se cumplirán aniversarios redondos de ambas
efemérides, nacimiento y muerte. 130 y 40 años respectivamente.
Resultará para
Florida, además de una coincidencia para la memoria, una oportunidad para que
la ciudad de Florida, y en particular en barrio Prado Español, reivindique la
identidad, pues las lunas y ranchos que hoy identifican al artista, fueron
pintadas en los barrancos junto al Santa Lucía Chico.
En función de los
argumentos que siguen, la Dirección de Cultura ha propuesto declarar el año
2017 “Año José Cúneo”, para que Florida reivindique de este modo el vínculo que
une al artista.
El 27 de agosto
de 1921 Cúneo, que actualmente figura entre los cinco mayores exponentes de la
pintura nacional junto a Torres García, Figari, Barradas y Petrona Viera,
desposa en la ciudad de Florida a la floridense Virginia Mattos.
Transcribe Raquel
Peredea: “1921 será un año importante en la vida de nuestro artista: Yo, en el 21 me caso. El 27 de agosto, con
Virginia. Me casé con una muchacha que ya era conocida desde niña, nuestros
padres se conocían diría. Ella vivía en Florida. Yo fui a Florida una vez con
ganas de quedarme en Florida, pero no me quedé porque ya veía el peligro que
había. (…) El casamiento fue en Florida. Yo fui desde aquí (de Montevideo) con
unos cuantos amigos. Ellos nos esperaban con sus parientes y sus amigos. Así,
hubo un casamiento sencillo.” (J. Cúneo. Raquel Pereda. Pág. 95. Galería
Latina. Montevideo, Uruguay. 1982)
Formado en la
línea del planismo, “movimiento pictórico auténticamente nacional”, Cúneo busca
su identidad en varios departamentos del interior y en Europa, donde toma
contacto con los cubistas.
Entre 1927 y 1930
se radica en Francia, de donde regresa debido a la crisis que desemboca en la
guerra.
CÚNEO EN FLORIDA
En setiembre de
1930, luego de una exposición que se realiza entre el 12 y el 26 de agosto en
el Ateneo de Montevideo, animado por Virginia, decide trasladarse a Florida.
“Y Cúneo
rememora: mi mujer siempre me estaba
diciendo ¿por qué no vas a Florida? Yo no quería, porque… no sé… dudada de que
pudiera encontrar tema para mi obra. Y fue todo lo contrario, donde encontré
verdaderamente temas, motivos para mi obra”. (Ídem)
Y agrega Raquel
Pereda: “la elección de dicho lugar tuvo sus razones: Porque Virginia era de Florida y a ella le gustaba que fuera a Florida.
Me insistía que yo iba a pintar, que yo iba a encontrar cosas interesantes. Y
ya que fui, me decidí, y realmente, recorriendo la ciudad, los alrededores, la
costa del Río Santa Lucía, me pareció que sí, que iba a hacer algo, y resolví
quedarme”.
“Además, en el mismo momento, ya alquilé un rancho
en los alrededores para estar más ambientado, todavía. Así que estaba en casa
de la familia de mi mujer, Virginia, y, al mismo tiempo, me iba a allí, me
pasaba el día en el rancho. Y a veces dormía en el rancho ese. Estaba en medio
de otros ranchos y pedazos de bosques, había zonas arboladas. En Florida estuve
casi dos años permanentemente. Me quedé. El ranchito ese lo tuve siempre, pero
después, para dejar más libertad a la casa de Virginia, nos alquilamos una
casa. Virginia, estaba, estuvo todo el tiempo conmigo.
“Y fue como me entusiasmé después y empecé las
Lunas y los Ranchos. Yo creo que nacieron casi simultáneamente, es decir,
empecé a hacer primeramente ranchos y de repente empecé a agrandar la luna,
diríamos.
“Y yo pienso, que es porque yo siempre le di mucha
importancia al cielo.”
RANCHOS Y LUNAS DE FLORIDA
Explica luego
Pereda que “al comienzo son los ranchos orilleros de los bordes de la ciudad de
Florida los que pinta Cúneo, humildes viviendas de los suburbios vecinas a
huertas y chacras; ranchos que en seguida van desgranándose a lo largo de
caminos y senderos para internarse, cada vez más solitarios y lejanos, en las
laderas de las colinas, en lo alto de un monte, o hundirse en una hondonada.”
Pero tal vez lo
más significativo de la obra de Cúneo sean las lunas, que nacieron
inmediatamente después y que pintó a hasta 1954-55.
“Los nocturnos de Cúneo, agrega Pereda, -que llamamos Lunas- fueron y son –como temática y creación- un caso único, intransferible, dentro de las artes plásticas mundiales. Por eso son totalmente originales, introducen una forma inédita de ver el cielo, el universo. No es improcedente, ni exagerado expresar que un cielo antes y otro después de Cúneo.”
“Los nocturnos de Cúneo, agrega Pereda, -que llamamos Lunas- fueron y son –como temática y creación- un caso único, intransferible, dentro de las artes plásticas mundiales. Por eso son totalmente originales, introducen una forma inédita de ver el cielo, el universo. No es improcedente, ni exagerado expresar que un cielo antes y otro después de Cúneo.”
“Los Ranchos
evocan, aun lo más solos, un mundo comunitario, punto de reunión; Las Lunas
evocan un mundo solitario, donde el individuo está a merced de las fuerzas de
la naturaleza, perdido en la inmensidad”, señala Pereda.
FLORIDA EN LA PLÁSTICA
Cuenta Cúneo para
el libro de Pereda que mantuvo una conversación con Pedro Figari que le comentó
que “el departamento de Florida fue el primero que conocí. Fue allí donde hice mi
primera excursión de campo, en Chamizo, estancia de los Caravia. Hace de esto
más de 50 años. Y ¡qué impresión me produjo!”.
Es como
consecuencia de esto que Cúneo inicia sus Acuarelas del Campo Uruguayo. Sus
primeras acuarelas también fueron hechas en el campo de Florida, y en ellas
también había ranchos.
Esto muestra que
los principales elementos de la creación de Cúneo fueron recogidos de Florida,
primero en las barrancas del Prado Español, junto al Santa Lucía Chico, luego
en sus excursiones al campo.
Hasta el fin de
sus días, Cúneo pintó lunas y, muchas de ellas surgieron de los mismos bocetos
que había confeccionado en esos dos años de estadía en Florida.
SUS CENIZAS EN EL PRADO ESPAÑOL
Ocurrido su
deceso en Bonn, Alemania, donde se había radicado tras la muerte de Virginia,
tocó a su único hijo, Rolando, repatriar las cenizas de José Cúneo.
Cuenta su hijo a
Pereda que “una noche, mirando la luna, -como de costumbre- me dice: Qué
curioso he pintado esa luna de todos los colores imaginables y nunca la pinté
planteada, la luna de argento, la clásica luna de los enamorados. Y la pintó”.
(…) Ya internado,
“en la noche del lunes al martes su corazón flaquea, en silencio, sin aviso,
mientras duerme, se detiene: es el 19 de julio de 1977, en Bonn.
“Continúa
Rolando: Su corazón ya lo había abandonado. Yo creo que ese corazón lo había
abandonado cinco meses atrás, el 1° de febrero en que
murió Virginia, mi madre.”
Rolando, cumpliendo la voluntad de su padre, trajo las
cenizas a los barrancos del Prado Español, junto al Santa Lucía Chico, y allí
las esparció. (Testimonio de Pablo Marks, a quien Rolando contó personalmente las peripecias vividas ese día)