Jóvenes músicos de la sinfónica de Florida actuando en el MEVIR de Nico Pérez. |
Álvaro Riva Rey*
13/07/2016 - El
fin de semana celebramos seis años del inicio de la primera administración
Enciso, que va camino de la segunda y que, en materia de cultura, ha reafirmado
un proceso que –porque me lo encomendó- me ha tocado llevar adelante.
La semana pasada
dediqué el espacio semanal de reflexión a agradecer a aquellos que han hecho
posible que muchos de los resultados que alguna vez soñamos, se hayan hecho
realidad.
Hoy analizaré –y
haré algunos comentarios- sobre el pensamiento que se ha impreso a esta gestión
que, evidentemente, tiene fundamentos y bases ideológicas y filosóficas.
BENEFICIO NO MATERIAL
Enciso tenía
claro, desde el comienzo y seguramente desde antes, que los ciudadanos tienen
derecho a disfrutar de los bienes materiales fruto del progreso. Tanto sea por
la forma en que se reparten los resultados económicos, como por la forma en que
llega a cada uno los beneficios de la obra pública.
De esto ha dejado
decenas de testimonios, principalmente en la frase, estampada en el programa de
gobierno, de que en Florida no deben existir ciudadanos de primero y de
segunda.
Esto incluye,
evidentemente los bienes “no materiales”, que podrían ser también los
espirituales, simbólicos o culturales.
Los bienes no
materiales fruto del progreso económico deben llegar, con idéntico rigor, a
unos y otros.
CUESTIÓN DE DINERO
Por eso promovió
y aprobó el primer presupuesto de Cultura de la historia del presupuesto de la
intendencia en el departamento y lo reforzó para el segundo mandato.
Hubo incluso de defenderlo,
cuando concibió el fideicomiso financiero que permitirá inversiones por 17
millones de dólares, equilibrando la balanza: si existen recursos para
cordón-cuneta, caminos, escenarios deportivos, también debía haberlos para la
cultura.
Si habremos de
progresar en obra pública en este quinquenio, también llegarán a las
comunidades los beneficios del desarrollo cultural.
FORMAS DE HUMANISMO
Se basa esto en
una forma del Humanismo que Enciso cultiva y que, en parte, hereda de su
relación con Andrés Arocena, ya proclive al desarrollo de las cuestiones de la
cultura, el patrimonio, la historia y la identidad de las comunidades.
Que Enciso,
formado en el humanismo de raigambre cristiana, haya confiado la labor a un
hombre formado en el humanismo de base secular o laica –más proclive al
racionalismo- habla de su apertura. Eso es materia doctrinaria que podría
motivar otro artículo.
Lo que importa
destacar es que en estos seis años hemos compartido, con inquebrantable
armonía, la idea de que la sociedad debe recibir los beneficios de la cultura y
que ésta, por razones obvias, no puede quedar librada a las leyes del mercado.
La intervención
del Estado (en este caso a través de la intendencia) es imprescindible para que
la inversión en cultura se derrame del modo más abarcador posible. Así se evita
que sea, como ha ocurrido antes, un lujo de las clases acomodadas, un placer
para quienes pueden pagarlo.
CAMINO CON FUTURO
En los seis años
que hemos compartido con Enciso hemos disfrutado –con pena y con gloria- de
estas ideas que son motor del trabajo que hemos realizado.
En particular, he
disfrutado siendo el brazo ejecutor de estas ideas y del sueño compartido de
que, en materia de cultura, tampoco haya ciudadanos de primero y de segunda.
Celebremos pues
los seis años compartidos en esta trinchera, celebremos también los avatares,
pues ellos han servido para reflexionar y reorientarnos en los principios que
mueven nuestra labor cotidiana. Son el norte, el propósito y el sentido.
Celebremos
también el futuro, porque todavía queda mucho por hacer y seguiremos haciéndolo.
Porque con Enciso
entendemos, también, que la democracia debe traspasar lo político para
instalarse en lo social; democratizar la cultura es parte de nuestra obligación
y, por cierto, de nuestro trabajo.
*Periodista, director de cultura.